Originalmente la ropa mapuche no se heredaba ni se compraba. Eso, porque las prendas hablaban de cada persona y eran tan personales que cuando alguien moría, se le enterraba con sus atuendos. A una semana de la celebración del We Tripantu, el inicio de un nuevo año indígena, revisamos este mundo complejo y riquísimo, lleno de significados, códigos y tradiciones que, además, está unido profundamente al mundo femenino.

Como en toda cultura, pueblo o sociedad, la indumentaria no solo tiene la función de cubrir el cuerpo, sino que responde a un conjunto de factores y lleva impresa importantes significaciones culturales, sociales, políticas y estéticas. Que no las hagamos conscientes es otra cosa, como explica Margarita Alvarado, licenciada en Estética, doctora en Estudios Latinoamericanos y académica en el Instituto de Estética UC. 'Pero indudablemente está asociado a muchas pautas, códigos, creencias, tradiciones, protocolos, normas… y el pueblo mapuche no es la excepción', dice.

Para esta cosmovisión indígena, el vestirse, primero que todo, es una manera de ‘humanizarse’. El cuerpo es entendido como algo salvaje y animal, por lo tanto, para sacarlo de ese estado, lo visten. Luego viene el tema del pudor. 'El mundo mapuche es muy pudoroso, no muestran el cuerpo y se cubren completamente en textiles, hombres y mujeres, y mientras más solemne y religiosa la situación, más cubiertos', explica Pedro Mege Rosso, antropólogo y director del Centro Interdisciplinario de Estudios Interculturales e Indígenas. Por lo mismo, los textiles son su sistema visual simbólico más complejo, y según su edad, estatus y situación van recibiendo ropas especiales.

LA COMUNIDAD DE LA ARAÑA

Para entender el mundo de la vestimenta mapuche hay que tener en cuenta dos conceptos claves que conforman su fundamento filosófico. En primer lugar, los tejidos son de domino absolutamente femenino y funcionan como un regalo que hacen las mujeres de la familia a las demás mujeres y a los hombres. 'En el mundo mapuche no hay ‘modistos’, ni tejedores hombres, es un mundo totalmente prohibido para ellos', explica Pedro Mege. De ahí la importancia de las tejedoras, quienes, sobre todo en la época prehispánica, confeccionaban toda la ropa. 'Cuando llega el mundo hispano se introduce la oveja y explota el boom del tejido', cuenta Margarita Alvarado. Así, comienzan a especializarse y a criar ovejas exclusivas para el tejido, y aunque con el paso del tiempo se incorporaron prendas de afuera, las tejedoras continuaron, y continúan, siendo fundamentales porque 'en el mundo mapuche todas las mujeres tienen que aprender a tejer; eso sí, solo algunas llegan a ser maestras', dice Margarita.

Por otra parte, está el rito de la araña. Cuando las niñitas tienen cerca de un año 'se invoca a Llallíñkushe (una araña que vive en los bosques nativos e inspira una leyenda) y le envuelven las manitos con su tela de araña –que no es cualquiera, es una muy finita, como gasa– para que así se activen y tejan como arañas', explica el antropólogo.

VESTUARIO, CÓDIGO SOCIAL

La vestimenta tradicional mapuche, tanto para hombres y mujeres, está totalmente tipificada. En el caso de la mujer, la configuración fundamental está compuesta por el chamal o ‘küpam’, que es como un vestido. Es un paño rectangular negro que se enrolla alrededor del cuerpo y prende de un hombro o de los dos con platería, en otros tiempos con alguna espina, por ejemplo. Luego está la faja o ‘trariwüe’, que es la prenda femenina por excelencia y que se enrolla alrededor de la cintura. 'Es una prenda tejida a telar que contiene alta densidad simbólica. Si uno ‘lee’ la faja puede saber quién es, cuántos hijos tiene, de dónde viene, etc.', dice Pedro Mege. Además, Margarita Alvarado explica que estéticamente es muy importante porque 'un aspecto fundamental de la femineidad en el mundo mapuche es la cintura, entonces tenerla marcada con esta faja es muy importante'. Y finalmente está la ‘ikülla’, que es como una capa o echarpe. La cabeza siempre tiene que estar cubierta por un paño que muchas veces va acompañado por platería, y el pelo amarrado. 'Todo esto en algún momento fue producido por las mujeres mapuches, pero después, con el pasar del tiempo, fueron incorporándose otros elementos. Sucedió mucho que a finales del siglo XX, en la ‘pacificación’, las mujeres ya no tenían tantas posibilidades de tejer o hilar, entonces compraban paños rectangulares de textura similar y lo transformaban en su chamal. Lo mismo pasó con las iküllas, que en los años 20 y 30 algunas fábricas textiles comenzaron a hacerlas. Solo las fajas siguieron siendo tejidas por las tejedoras mapuches', explica Margarita.

Las blusas de algodón, generalmente con flores o pequeños dibujos, se comenzaron a usar a finales del siglo XIX y principalmente en el siglo XX, al igual que el delantal, que en una época fue muy popular. 'Los había de seda, de encaje, para el día o para las fiestas, de medio cuerpo o con pechera… una infinidad, y aunque todavía se siguen usando mucho, con todo el proceso de reetnificación (volver a valorar sus prácticas culturales) que estamos viviendo hoy en día las mujeres más jóvenes han ido eliminando las blusas y el delantal porque los consideran 'externos', cuenta la académica de la UC.

En el caso de los hombres, usaban un cintillo amarrado llamado trarilongko, e inicialmente un chamal como el de la mujer, tipo vestido, pero cuando llega el caballo aparece la ‘chiripa’, que es una especie de paño que se ponían entre las piernas y que se sujetaba con una faja masculina que por lo general era roja o de un solo color. Y estaba la manta o ‘maküñ’, que vendría siendo como la faja de la mujer. 'A través de ellas se puede saber la jerarquía, las mujeres que tiene, si es soltero, de dónde viene, qué tiene… está todo dicho en los maküñ', explica Pedro Mege. Y pese a que las mantas mantienen una fuerte carga de contenidos simbólicos y sociales, y que están muy codificados, las tejedoras también le agregan una cuota de creatividad. 'Es una maravillosa combinación de tradición y creación', dice Margarita Alvarado. Eso era inicialmente, porque los hombres ‘abandonaron' más rápidamente su vestimenta tradicional y empezaron a usar pantalones, botas altas, espuelas, chaquetas, incluso sombrero de paño, que en un momento fue sumamente importante.

Desde el punto de vista estético, Margarita sostiene que es muy interesante porque las prendas textiles con las que se cubren el cuerpo hombres y mujeres son prendas que no están sometidas ni a cortes ni a costuras. 'Los tejidos mapuches son de cuatro orillas, por lo tanto tienen un campo compositivo cerrado. Cuando la tejedora monta el telar ya sabe cuál es el tamaño que va a tener su textil, y sabe cómo va a distribuir todos los elementos. Entonces son tejidos que se tejen, se sacan y se enrollan en el cuerpo –en el caso de las mujeres– o se dejan caer, en el de los hombres', dice. Después, con la entrada de las prendas occidentales, aparecen los botones, las chaquetas, los pantalones, etc.

Como la vestimenta siempre es un regalo –nada se hereda, nada se 'elige'–, esta funciona como signo social. Las mujeres tejedoras son las que determinan lo que lleva la manta, en el caso del hombre, y en la faja, en el caso de la mujer. Los símbolos y los colores dependerán del rango, del linaje, y de lo que cada persona es y tiene. 'La ropa es parte constitutiva de su ser. Cuando se mueren, o se quema o se entierra con ella, porque en esa vestimenta está la esencia de cada persona, por lo tanto es intransmisible', explica el especialista en asuntos indígenas Pedro Mege.

COLORES QUE HABLAN

Los colores dentro de la textilería mapuche tienen un rol fundamental. El negro, por ejemplo, es el color básico, el color de la humanidad. Es la suma de todos los colores, por lo tanto tiene un ‘brillo’ especial. 'Estéticamente, el negro, para los mapuches, tiene la capacidad de producir contrastes y deslumbrar', dice Margarita Alvarado. Sobre el negro van usando otros colores, dependiendo de la ocasión, la región y los linajes. Ahora, hay muchos colores que se infiltran en las mantas y fajas, y tienen que ver mucho con el lugar de donde vienen. 'Estamos, quizás, más acostumbrados a ver mantas negras con rojo, que son principalmente de Temuco y sus alrededores; pero, por ejemplo, los cordilleranos usan mucho naranja, verde y amarillo, y los de la costa, mucho azul', explica el especialista.

El blanco es otro color especial. Para los mapuches en el textil significa luz, por lo tanto este color lo usan personas excepcionales. 'A San Martín, por ejemplo, le regalaron una manta con fondo blanco, y para que alguien la reciba tienen que considerarlo extraordinario', cuenta Pedro Mege.

EL PODER DE LA PLATA

Pensar en el mundo femenino mapuche sin la platería es prácticamente imposible. La tradición platera comenzó con las monedas que recibían de parte de los españoles por el ganado, que dentro de una economía de intercambio no tenían tanto valor, por lo que empezaron a transformarla en adorno. 'La platería está asociada a la luna y a los ciclos menstruales, y el gran significado de los accesorios mapuches está en que sea de plata, lo más pura posible, para que tenga la condición de capturar la luz lunar para dar potencia y energía femenina', explica el antropólogo Pedro Mege. Las mujeres principalmente la utilizaban en la cabeza y pecho, y con mucha superposición. 'Los plateros – generalmente eran hombres– no solo les hacían las joyas a las mujeres de los caciques o loncos, sino que también a sus caballos, o hacían vajilla, mates, cuencos, etc.', cuenta Margarita. Y en el caso de la platería, a diferencia de la vestimenta, sí existe la herencia; de hecho, el ideal es que se herede de abuela a nieta.

VOLVIENDO A LOS ORÍGENES

Durante los últimos veinte o treinta años la indumentaria del pueblo mapuche ha vuelto a jugar un rol fundamental a raíz de todos los procesos de reetnificación que se están llevando a cabo. 'A diferencia del rural, el mapuche que se vino a la ciudad fue ‘perdiendo’ la vestimenta tradicional por un proceso lógico de adaptación a la vida urbana, pero hoy en día ha vuelto a recuperar esa necesidad de sentirse y reconocerse como mapuche a través de la indumentaria, entre otros aspectos culturales, y que la sociedad a su vez lo reconozca como tal', dice Margarita Alvarado.

Fuente: Revista Paula