Por Francisca Jiménez. Quizás nuestra artesanía se trabaje en cantidades menores comparada con la de otros países de Latinoamérica y del mundo.Pero si hay algo que la caracteriza es su gran calidad.

Este año, el Sello de Excelencia a la Artesanía sorprende nuevamente con diez piezas distinguidas, un reconocimiento otorgado desde 2008 por el Comité Nacional de Artesanía, que a su vez es integrado por el Área de Artesanía del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y el Programa de la Pontificia Universidad Católica de Chile (delegados chilenos del World Craft Council en nuestro país) y que cuenta con el patrocinio de la Oficina Unesco en Santiago. Su objetivo es elevar la calidad de la artesanía chilena según parámetros de excelencia, autenticidad, innovación, sustentabilidad y potencial comercializable.

Cada una de las piezas obtuvo un certificado de Promoción Oficial que avala la calidad y autenticidad del producto. Se trata de las siguientes obras: Centro de Mesa (de la artesana en crin Ana María Contreras), Tapete (de la chamantera Mireya Bustos), Guñelve Tupu (de Cristián Enrique Molina), Línea de Joyería de Plata y Chuchín Endémico (de Javiera Paz Carrillos), Metawe (de Víctor Manuel Ruiz Bascuñán), Remolinos (de la artesana Hilda Díaz), Cucharas Forjadas de Plata (de Manuel Martínez), Anillo Crin Amor (de Paulo Andrés Morales), Fuente de Coihue (de Egon Muñoz) y Liana Trepadora (de Sofía Muñoz Chereau).

'Con nueve años de vida, el Sello de Excelencia a la Artesanía se ha transformado en un ícono para el sector. Si bien su propósito original fue poner en valor la artesanía por su excelencia y calidad, de acuerdo a parámetros internacionales de autenticidad, innovación, respeto por el medioambiente y potencial comercializable, el tiempo ha ido empujando nuevas miradas y líneas de innovación, incentivando el desarrollo creativo en los artesanos y artesanas del país. Este sello ha permitido ampliar la mirada respecto al desarrollo artesanal, y ser, al mismo tiempo, un desafío para los artesanos que buscan seguir experimentando y aprendiendo como cultores, perfeccionando su relación con las materias primas y reflexionando constantemente sobre su propuesta creativa. El Sello de Excelencia nos refleja lo dinámico de un sector que está en constante diálogo y reinterpretación de su entorno, de la geografía, la naturaleza y nuestra historia', comenta el ministro de Cultura, Ernesto Ottone.