Esculturas, murales, grafitis, obras performáticas; ligado a instituciones o nacido desde los márgenes, el arte en el espacio público es de naturaleza heterogénea y su valoración depende tanto de su individualidad técnica y conceptual como del contexto histórico y político en el que se produce.

La ciudad, como espacio de tránsito y hábitat colectivo no es solo un escenario sobre el cual se desarrolla el trajín cotidiano, sino también un crisol cultural en el que cobran vida los fenómenos sociales. Los símbolos que componen el imaginario de una comunidad pueblan las calles y se van depositando en ellas al modo de un palimpsesto que registra la memoria de una sociedad. Desde este punto de vista, las manifestaciones artísticas que ocupan los espacios públicos son huellas a partir de las cuales es posible reconstruir la historia social, el entramado de fuerzas que la determina y los valores que en cada momento la han inspirado.

La función que adquiere el arte en los espacios públicos varía según los contextos sociales, políticos y físicos en los que las obras se gestan: mientras la institucionalidad gubernamental ha buscado legitimar la historia republicana por medio del monumento, las entidades privadas han actuado como patrocinadoras de la escultura pública y los grupos que no tienen representación en esas esferas encuentran en el espacio público un lugar anónimo donde plasmar sus reivindicaciones. De esta forma, mientras lasesculturas públicas que acostumbramos a ver en plazas y parques ordenan y ornamentan los espacios, reclamando una valoración patrimonial e histórica, los grafitis, por el contrario, se han impuesto a partir de la clandestinidad y la transgresión, demarcando la ciudad como una toma de terreno que rompe los cercos legales a través de la apropiación gráfica de los espacios públicos.

Así también podemos revisar ejemplos en los que el mensaje político de las manifestaciones transgrede la institucionalidad de los espacios. Es importante revisar casos como el de Ramona Parra y otrasbrigadas muralistas, en el que las estrategias de propaganda política son replanteadas plásticamente, convirtiéndolas en murales que plasman un mensaje social con un lenguaje visual que apela al imaginario colectivo.

Existen también manifestaciones artísticas en el espacio público fuertemente ligadas a la fugacidad de la ejecución de la performance, como las intervenciones performáticas realizadas por Hernán Paradadurante los años ochenta o por Elías Adasme fuera de la estación de metro Salvador de Santiago de Chile el año 1979. En este sentido, las intervenciones del Colectivo de Acciones de Arte (C.A.D.A) son un testimonio de la ocupación de la ciudad como espacio político de manifestación a contracorriente.

Por otra parte, el ya mencionado rol de la institución en ciertas intervenciones artísticas ha generado una relación entre arte y empresa que ha abierto un importante mercado de exhibición. Un ejemplo de este vínculo son las obras montadas en las estaciones del metro de Santiago, espacio que hasta el día de hoy gestiona la instalación de obras de autores renombrados.

Por último, existe un sinnúmero de obras contemporáneas que se involucran con el espacio público en sus intentos de dialogar o poner en tensión las concepciones tradicionales del montaje al interior de galerías y museos. Ejemplos de artistas que han entablado este diálogo son Alfredo Jaar y Gonzalo Díaz, entre muchos otros.

Fuente: Memoria Chilena