Un viaje por el antiguo Santiago, que actualmente persiste a través de sus edificios y comercio tradicional. En este día compartimos con ustedes un reportaje de la revista Vivienda y Decoración, de El Mercurio, que nos invita a recordar nuestro patrimonio y las historias de comercio.

Aún existen en el centro de nuestra capital algunos negocios por los que han pasado varias generaciones de santiaguinos y cuya esencia ha permanecido intacta, a través del tiempo, sus paredes se han pintado, pero su mobiliario no se ha tocado y su estética nos sigue transportando a esa atmósfera calma de otra época, en la que el cliente tiene tiempo y disposición para conversar. 

Fuente: EL Mercurio, Revista Vivienda y Decoración

NEGOCIO DEL MONO

Era 1915 y el matrimonio de asturianos formado por María Sordo y José González Noriega decidieron crear una fábrica de sombreros. Y se instalaron en 21 de Mayo 707, frente a Rosas, a pasos de la antigua Estación Mapocho y del Mercado Central. A poco andar el negocio compraron en un remate un monito automatón que venía desde Europa destinado a una tabacalera. "Al momento de llegar, la firma había quebrado y entonces salió a remate", comentan en la tienda. Y lo instalaron en la vitrina, convirtiéndose en un verdadero referente en el sector. "La gente decía encontrémonos donde golpea el monito". Así fue como resultó el nombre de esta firma dedicada a la confección de sombreros de vestir de hombre y mujer, sombreros de huaso y chupallas, que ha conservado intacta la estética y el mobiliario original de la tienda. Se trata de grandes mesones, estanterías y vitrinas hechas en encina y roble americano, además de dos grandes espejos que sus dueños compraron posteriormente en unas viejas casonas de Santiago antiguo. Parte de la decoración también es el conjunto de viejas cajas de sombreros con el diseño de la nutria, un animal que reflejaba la calidad del material con que estaba hecho el sombrero.