En mi primera vez por la ciudad de Linares, me llevé una gran sorpresa al visitar su catedral y darme cuenta de que dicho recinto alberga los restos de unos de  los santos y mártires de la Iglesia Católica. Se trata de San Clemente, cristiano y mártir, cuyos restos fueron rescatados de las catacumbas de Roma posiblemente entre los siglos XV y XVI.

A raíz de su descubrimiento, se construyó un templo en la ciudad para su veneración. Pero debido a problemas de infraestructura vial en la Vía Tritone, se debió demoler el recinto en conmemoración a San Clemente y sus restos fueron trasladados a la Confraternidad de los Santos Ángeles Custodios.

Ahora lo interesante es ¿cómo los restos de este santo llegaron a nuestro país? El privilegio se lo debemos al Rector del Seminario Pontificio de Santiago, Juan Subercaseaux, quien en 1934 solicitó al Papa Pío XI las reliquias para su veneración en Chile. Entre las negociaciones, Subercaseaux fue promovido a Monseñor de la Diócesis de Linares, cargo en el que tenía como objetivo levantar la Catedral de San Ambrosio de Linares. Este hecho posibilitó que las sagradas reliquias llegaran a Linares el 1 de enero de 1937, tras un año de su arribo al puerto de Valparaíso en el vapor “Orazio” en septiembre de 1936.

En su llegada a Chile, el profesor de la Universidad Católica, Ricardo Benavente, tuvo la labor de recomponer las piezas y poner las cenizas, traídas desde Roma, en un esqueleto reconstituido de material calcáreo como era costumbre en esos tiempos. No fue hasta octubre de 1937 que las reliquias de San Clemente se trasladaron de la Casa de la Providencia al Seminario Pontificio de Santiago, en una grandiosa fiesta presidida por el Arzobispo de Santiago Mons. Horacio Campillo y la mayor parte del Episcopado chileno. Continuando el viaje el 1º de enero de 1937 en un tren especial hacia Linares.

El Obispado de Linares, explica que la conservación de estas reliquias está garantizada por los trabajos de expertos que se hicieron en 1936 en Chile, y sobre todo, por la veneración de los fieles que en Linares tienen gran devoción por este mártir San Clemente, que debe haber sido un laico cristiano sepultado en las Catacumbas, incluso que quizás se llamaba Clemente, o por el que sus familiares o la comunidad cristiana pedía “clemencia”.

Lo que sí es cierto que todos los años, cientos de fieles veneran y entregan ofrendas a San Clemente por los favores concedidos y ya tras años en nuestro país, es considerado parte de la historia religiosa de la ciudad.