Vivimos en un mundo en que cada día existe un sinnúmero de posibilidades y sobre estímulos que constantemente nos bombardean con nuevos intereses y oportunidades. Sin embargo este sobre cargo parece no ser suficiente, ya que al parecer dicha abundancia no llega a lo más profundo del ser algo que se debería en parte a que son estímulos banales que no logran captar la esencia del hombre. Entonces, ¿cómo podemos avanzar en el proceso de aprendizaje a través de la cultura?

Olvidamos que la vida humana misma es cultura, que el hombre se ha ido construyendo y dando forma a sí mismo a través de ésta, que el ser humano tiene la capacidad de imaginar, y a su vez, construir todo aquello que estaba fuera de su cabeza. El arte, la poesía, un musical o el teatro son instancias culturales que deberían ser parte de la agenda de las personas, ya que todo lo que somos y todo lo que sabemos es gracias a la cultura.

Sin embargo, parecemos obviar esta gran verdad, confundiendo continuamente cultura con espectáculo. “Hablar de moda y cocina se ha vuelto más importante que hablar de filosofía o música”, dice el Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, en su ensayo “La civilización del espectáculo”.

Por ello es necesario destinar nuestros mayores esfuerzos en aumentar la oferta cultural, ofrecer un mayor acceso a la cultura y perfeccionar a las audiencias con el objetivo de que éstas sean capaces de reconocer, valorar y transmitir su contenido.